Ciencia y ReligiónTemas varios

El milagro de los monos literatos
Daniel Iglesias Grézes
Tomado de: http://primeraluz.org

Actualmente la versión más popular de la teoría de la evolución es el neodarwinismo. éste pretende explicar la evolución biológica con base en dos y sólo dos elementos: las mutaciones genéticas aleatorias y la selección natural. Nótese que en este sistema sólo el primero de estos dos elementos cumple un rol positivo o creativo, generando nuevas variantes biológicas. En cambio, el rol de la selección natural es solamente negativo o destructivo, limitándose a hacer desaparecer las variantes menos aptas. En la visión neodarwinista, pues, la evolución avanza únicamente en función del azar.

Quiero plantear brevemente una idea que encontré en un libro del filósofo católico francés Claude Tresmontant (1925-1997), cuyo objetivo es refutar estadísticamente la teoría de que la única causa de la evolución biológica es el azar. Dice Tresmontant que sostener esa teoría es creer en "el milagro de los monos literatos".

Supongamos que un mono inmortal ha sido adiestrado para escribir a máquina. Como no es inteligente, la mayor parte del tiempo escribirá cosas sin ningún sentido. Sin embargo, según el cálculo de probabilidades, después de un período de tiempo suficientemente largo, el mono acabará por escribir, por puro azar, una novela, por ejemplo Don Quijote de la Mancha. Pero se plantean dos graves dificultades:

1. En primer lugar, la bajísima frecuencia de aciertos. Por cada éxito (o texto inteligible) habría una multitud innumerable de fracasos (o textos ininteligibles).

2. En segundo lugar, el larguísimo tiempo requerido. Sólo para escribir la primera frase del Quijote nuestro pobre mono necesitaría muchos siglos de intentos fallidos; y para escribir toda la obra precisaría un tiempo inconcebiblemente prolongado.

Una evolución biológica guiada sólo por el azar se parece bastante a la tarea de este mono literato. Cada mutación genética aleatoria se asemeja a la escritura de una letra elegida al azar. La transformación de una especie viable en otra especie viable se asemeja a la escritura completa de una formidable obra literaria. Implica una sucesión enorme de mutaciones y un lapso de tiempo suficientemente largo entre cada par de mutaciones, para permitir el funcionamiento del mecanismo de selección natural.

Ahora bien, si la evolución biológica funcionara de este modo, debería producir una inmensa cantidad de "basura biológica" (con perdón de la expresión; con ella nos referimos a plantas o animales muy defectuosos, no a personas) equivalente a la "basura literaria" que produciría el mono en cuestión. Por cada ser vivo normal debería haber trillones de monstruos: aves sin cabeza, mamíferos de tres o cinco patas, peces con plumas, etc. Pero en realidad no es así. Tanto en el origen de cada especie como en el de cada individuo, la evolución avanza de acierto en acierto, de invención genial en invención genial, como dirigida por la mano maestra de un artista supremo. Cada especie es una maravilla en sí misma, y cada órgano de cada especie, y cada función de cada órgano de cada especie, etc.

De aquí surge una grave objeción contra el neodarwinismo: no existe evidencia empírica de esa enorme producción de "basura biológica". Para contrarrestar este hecho, habría que suponer que la selección natural actúa con una eficiencia infinita, eliminando perfectamente todo rastro de esa ingente cantidad de "basura". Esa suposición es muy difícil de hacer, ya que, por definición, la selección natural es un mecanismo muy lento, que requiere a menudo el paso de muchas generaciones para desempeñar su rol destructivo.

Además, si la evolución biológica estuviera dirigida sólo por el azar, habría llevado trillones de años alcanzar un solo resultado coherente (una nueva especie viable), puesto que habría que "escribir" aleatoriamente una sucesión de millones de mutaciones aleatorias magníficamente coordinadas entre sí. Pero el tiempo disponible está acotado, ya que la vida en la Tierra tiene sólo unos pocos miles de millones de años de existencia.

Multiplicar los monos literatos no resuelve el problema. En efecto, cuanto mayor sea la cantidad de monos, menor será el tiempo requerido para escribir por azar una gran obra literaria; pero, a igual tiempo, una mayor cantidad de monos producirá una mayor cantidad de "basura literaria". La multiplicación de los monos resuelve una de las dos objeciones, pero al precio de hacer insoluble la restante objeción.

En conclusión, la evolución biológica no es guiada sólo por el azar, sino que es la ejecución de un diseño inteligente. Es la creación misma, desarrollándose ante nuestros ojos.

No es tanto una "evolución creadora", como decía el gran filósofo francés Henri Bergson (convertido al catolicismo al final de sus días), cuanto una "creación evolutiva".

Negar esto implica acumular milagro de mono literato sobre milagro de mono literato, en una sucesión vertiginosa de improbabilidades cada vez más inadmisibles. Aceptarlo significa entrever la sabiduría de la obra creadora de Dios.

Me anticipo a responder dos posibles objeciones:

1. El argumento de Tresmontant es una analogía y toda analogía implica a la vez una semejanza y una desemejanza. Es cierto que en la metáfora del mono literato no está representado el elemento "Selección Natural", pero justamente esa metáfora está orientada a mostrar cuán pasmosamente improbable sería la tarea que debería desempeñar la selección natural en un esquema neodarwinista.

2. El argumento de Tresmontant no es cuantitativo, sino cualitativo, pero apunta a mostrar que en la teoría neodarwinista los números simplemente "no cierran". Científicos como Fred Hoyle y William Dembski han planteado objeciones matemáticas parecidas contra el neodarwinismo. En particular, Dembski ha desarrollado el concepto de "complejidad especificada" para demostrar que la evolución es el producto de un diseño inteligente.


Improbabilidad

En esta segunda parte del artículo, procuraré cuantificar la improbabilidad del "milagro de los monos literatos". Para comenzar, recordemos la primera frase de la gran novela de Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha: "En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor."

Esta frase consta de 177 caracteres, contando los espacios en blanco. Considerando únicamente las 27 letras simples del idioma español, más el espacio en blanco, el punto y la coma (y sin considerar, por ejemplo, los tildes), tenemos un conjunto de 30 caracteres.

El número de textos distintos que es posible formar combinando al azar 177 de esos caracteres es 30177. Dado que log 30 = 1,477 (aproximadamente), 30177 = 101,477 x 177 = 10261 (aprox.).

Podemos hacernos una idea de la enormidad de este número si tomamos en cuenta que la cantidad total estimada de partículas subatómicas (protones, neutrones y electrones) del Universo es del orden de 1080. Ver nota al pie . [1]

Esto significa que la probabilidad de que un mono dotado de una máquina de escribir tipee al primer intento la frase citada es muchísimo menor que la de que alguien, eligiendo al azar una de entre todas las partículas subatómicas del Universo, acierte a dar con una determinada arbitrariamente (la versión cósmica de "encontrar una aguja en un pajar").

Más aún. Imaginemos, por puro afán especulativo, que existiese un mega-universo (o "universo de segundo orden") formado por tantos "universos de primer orden" (semejantes al nuestro) como partículas subatómicas hay en nuestro universo. Dentro de ese imaginario mega-universo, nuestro universo sería relativamente tan pequeño como lo es un protón dentro del universo conocido. Pues bien, la cantidad total de partículas subatómicas en ese mega-universo sería del orden de 1080 x 1080, es decir 10160. Este número enormísimo es todavía mucho menor que la cantidad de textos posibles con 177 caracteres. Por lo tanto, aunque extendiéramos la "lotería cósmica" al nivel de ese imaginario macro-universo, la probabilidad de escoger la partícula subatómica correcta sería aún mucho mayor que la probabilidad de acierto de nuestro pobre "mono literato".

Y si, dejando volar aún más nuestra imaginación, supusiéramos la existencia de un "universo de tercer orden", formado por 1080 "universos de segundo orden", la cantidad total de partículas subatómicas sería 10240, todavía muy inferior a la cantidad de permutaciones posibles de la primera frase de Don Quijote de la Mancha.

Esa es la poderosísima razón que hace que cualquier ser humano, al ver un texto como el citado, adquiera en forma intuitiva e inmediata una certeza total de que dicho texto es el producto de un agente inteligente, no de ningún proceso puramente aleatorio, como el del "mono literato". Por lo mismo, y con mayor razón aún (si cabe hablar así en este caso), esa certeza inconmovible es válida también ante el texto completo de Don Quijote de la Mancha , novela compuesta de miles de frases, de las cuales la citada es sólo la primera.

Pasemos ahora del ámbito de la información literaria al de la información biológica. ésta está contenida fundamentalmente en las moléculas de ADN (ácido Desoxirribo-Nucleico). El ADN almacena información—las instrucciones para ensamblar proteínas, que constituyen el principal componente de las células—bajo la forma de un código digital de cuatro caracteres: A, G, C y T, que corresponden respectivamente a la adenina, la guanina, la citosina y la timina, cuatro sustancias llamadas apropiadamente "bases". [2]

El genoma de un virus puede estar compuesto, por ejemplo, por unas 20.000 bases. La cantidad total de permutaciones posibles de 20.000 bases es 420.000. Dado que log 4 = 0,60206 (aproximadamente), resulta que 420.000 = 100,60206x20.000 = 1012.041 (aprox.). Este número es tan enorme que la probabilidad de que esta información biológica (compuesta de un modo tan genial como la información contenida en una obra maestra literaria) sea únicamente producto del azar (por ejemplo, de mutaciones genéticas aleatorias) es tan abismalmente baja que debe ser despreciada.

Si, finalmente, consideramos que el genoma humano está compuesto por unos tres mil millones de bases, por lo cual la cantidad total de permutaciones posibles es 43.000.000.000 = 101.806.180.000 (aprox.), podemos tomar conciencia de que la credulidad requerida para aceptar que el azar es la única causa del origen del genoma humano, como quiere el neodarwinismo, es realmente abismal, inconcebiblemente mayor que la requerida para creer en el "milagro de los monos literatos".

La reflexión acerca de estos datos de la ciencia contemporánea es la razón fundamental que ha impulsado a Antony Flew, el filósofo ateo más famoso del mundo, a cambiar de idea y anunciar que ahora cree en la existencia de Dios, el Creador del mundo, de la vida y de la información genética contenida en los seres vivientes.


Datos

Daniel Iglesias Grèzes es un católico laico uruguayo. Es Ingeniero Industrial, Magister en Ciencias Religiosas, Bachiller en Teología. Se desempeña como Co-director del sitio web Fe y Razón y de la revista virtual Fe y Razón. Ha publicado los siguientes libros de teología, disponibles en Internet a través de lulu.com, como libros impresos o como e-books. Razones Para Nuestra Esperanza; Cristianos en el Mundo, No del Mundo; Id por Todo el Mundo y Proclamad el Evangelio y Sintió Compasión de Ellos.


Referencias

[1] ¿Cuántas partículas hay en el universo? En realidad no hay una respuesta concreta a esta pregunta, porque de entrada no sabemos cómo es de grande el universo. Sin embargo hagamos algunas hipótesis. Uno de los cálculos es que hay unas 100.000.000.000 (ó 1011, un 1 seguido de 11 ceros) de galaxias en el universo. Cada una de estas galaxias tiene por término medio una masa 100.000.000.000 (ó 1011) mayor que la del Sol. Dicho con otras palabras, en el universo hay materia suficiente para hacer -diez mil trillones-(10 seguido de 35 ceros) de soles como el nuestro. La masa del Sol es de 21033 gramos. Esto significa que la cantidad total de materia en el universo tiene una masa de 10221033 gramos. Lo cual puede escribirse como 20 seguido de 54 ceros. Dicho en otras palabras, veinte nonillones. Procedamos ahora desde el otro extremo. La masa del universo está concentrada casi por entero en los nucleones que contiene. (Los nucleones son las partículas que constituyen los componentes principales del núcleo atómico.) Los nucleones son cosas diminutas y hacen falta 61023 de ellos para juntar una masa de 1 gramo.Pues bien, si 6 1023 nucleones hacen 1 gramo y si hay 21055 gramos en el universo, entonces el número total de nucleones en el universo es 61023 elevado a la 21055 ó 121078, que de manera más convencional se escribiría 1,21079. Los astrónomos opinan que el 90% de los átomos del universo son hidrógeno, el 9% helio y el 1% son elementos más complicados. Una muestra típica de 100 átomos consistiría entonces en 90 átomos de hidrógeno, 9 átomos de helio y 1 átomo de oxígeno (por ejemplo). Los núcleos de los átomos de hidrógeno contendrían 1 nucleón cada uno: 1 protón. Los núcleos de los átomos de helio contendrían 4 nucleones cada uno: 2 protones y 2 neutrones. El núcleo del átomo de oxígeno contendría 16 nucleones: 8 protones y 8 neutrones. Los cien átomos juntos contendrían, por tanto, 142 nucleones: 116 protones y 26 neutrones. Existe una diferencia entre estos dos tipos de nucleones. El neutrón no tiene carga eléctrica y no es preciso considerar ninguna partícula que lo acompañe. Pero el protón tiene una carga eléctrica positiva y como el universo es, según se cree, eléctricamente neutro en su conjunto, tiene que existir un electrón (con una carga eléctrica negativa) por cada protón. Así pues, por cada 142 nucleones hay 116 electrones (para compensar los 116 protones). Para mantener la proporción, los 1,21079 nucleones del universo tienen que ir acompañados de 1 x 1079 electrones. Sumando los nucleones y electrones, tenemos un número total de 2,2 x 1079 partículas de materia en el universo. Lo cual se puede escribir como 22 seguido de 75 ceros (o sea 22 tredecillones). Si el universo es mitad materia y mitad antimateria, entonces la mitad de esas partículas son antinucleones y antielectrones. Pero esto no afectaría al número total. De las demás partículas, las únicas que existen en cantidades importantes en el universo son los fotones, los neutrinos y posiblemente los gravitones. Pero como son partículas sin masa no las contaré. Veintidós tredecíllones es después de todo suficiente y constituye el universo apreciable. Fuente: Planeta Sedna.

[2] Cf. Lee Strobel, The Case for a Creator, Zondervan, Grand Rapids, Michigan, 2004, C. 9 The Evidence of Biological Information: The Challenge of DNA and the Origin of Life.